TINOS Y DESATINOS DEL ACUERDO MÉXICO—EEUU

por | Ene 4, 2024 | Columnistas | 0 Comentarios

Analiza Ing. Fernando Padilla Farfán

Siempre se ha dicho que los Estados Unidos de Norteamérica no tiene amigos, tiene intereses.

El reciente acuerdo del Canciller mexicano Marcelo Ebrard con los representantes del gobierno del presidente Donald Trump, se puede ver desde diferentes puntos de vista; uno, favorables para México, otros no tanto.

Compartir frontera con uno de los países más poderosos de la tierra, en condiciones desiguales en lo económico, en lo político y en lo comercial,

ha generado históricas complicaciones para México. Aunque varios gobiernos mexicanos han intentado estructurar un plan estratégico con ventajas para ambos lados, hasta esta fecha no ha sido posible.

La declaración del presidente Andrés Manuel López Obrador de recibir con los brazos abiertos a migrantes centroamericanos y de otros países, a su arribo a tierras mexicanas, la convirtió Donald Trump en el argumento más importante de su campaña de cara a sus deseos de reelegirse.

El señor Trump, como buen mercader que es, supo explotar el sentimiento nacionalista del pueblo norteamericano. Les vendió la idea que la migración es el nuevo gran enemigo de su país. Les dijo que México estaría facilitando la invasión de extranjeros que pondrían en riesgo la paz y la tranquilidad de ellos. Les ofreció terminar con la amenaza. La oferta resultó tan atractiva como el tradicional Black Friday.

La segunda parte de la trama del multimillonario era anunciar medidas de castigo, para generar oleadas de reacciones que presionaran al gobierno mexicano, con el firme propósito que cediera a las exigencias planteadas. Donald Trump consideró que la mejor forma de coaccionar a México, sería utilizar como eje de sus discursos la promesa de elevar los montos arancelarios a diversos productos que se pretendieran vender a los EEUU. La reacción de los diferentes sectores mexicanos fue inmediata, hubo temores fundados.

Mientras acá se daba el clima de incertidumbre, el aspirante a ser reelecto obtuvo en partida doble lo que necesitaba: que los enviados del presidente López Obrador se comprometieran a atajar a los migrantes desde la frontera sur; y aceptar recibir en México a los miles de indocumentados que el vecino nos envíe en carácter de deportados. No se descarta que, ventajoso como es, Donald Trump haya conseguido otros beneficios como obligarnos a comprar, a través del famoso acuerdo, diversos productos agrícolas que producen los agricultores de aquellas tierras.

Parecía gastado el discurso que México pagaría el muro para tapar la entrada de migrantes al territorio de los vecinos del norte. El congreso no se lo aprobó. Sin embargo, en la mencionada negociación consiguió su propósito: México pagará el muro, con la variante que será de humanos. La guardia nacional y otras fuerzas del orden se encargarán de contener a los que pretendan entrar a territorio mexicano. 

Ya nos libramos del arancel, al menos por 45 días. No hay que perder de vista que Mr. Trump anda en campaña, y que no tan fácil desechará las estrategias de presión que, por lo pronto, le dieron resultados.

El problema migratorio es un fenómeno que se observa en muchos países del mundo incluso, en aquellos que se ubican entre los más desarrollados. Para resolverlo se requiere de acuerdos políticos y comerciales entre las naciones expulsoras y las receptoras de indocumentados, sin decisiones ventajosas para nadie.

Por lo pronto, ya estamos bajo la lupa del que anhela gobernar por segunda vez a los norteamericanos.

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